viernes, 22 de abril de 2011

La Crucifixión

La línea horizontal es el mundo terrenal, la línea vertical es el mundo espiritual, estas líneas se entrecruzan continuamente perpetuándose en los seres humanos y generando hechos cósmicos sin fin.

El plano terrenal es el mundo de los sucesos y eventos, que tarde o temprano repercuten en el plano espiritual, hacernos conscientes de este hecho es impostergable, pues es la oportunidad de direccionar el rumbo de nuestras vidas; lo que hoy tenemos y somos es el resultado de lo que ayer edificamos, construir para el mañana solo nos hace trabajar fuertemente en el presente.

Ciertamente todos de una u otra manera tenemos una misión en este plano: sanear deudas pasadas o bien crecer espiritualmente para hacer parte del plan cósmico trazado por el arquitecto desde el principio de la creación.

Es claro que nuestra naturaleza íntima anda muy dormida y en muchos casos ni se da cuenta de su real propósito y por ello para nada se interesa en buscar el despertar, no todos los seres se interesan en buscar el despertar, pocos ciertamente son a quienes su ser interior los toca y les llama a esta reflexión, aun se puede ser tocado pero para lograr esa real transformación, hay que hacer un verdadero esfuerzo, para nada es fácil, empezando por transformar esos viejos hábitos y esas erróneas formas mentales que hemos edificados. Construir un ser nuevo implica abandonar muchos de nuestros más preciados intereses y deseos.

Tenemos que empezar a vernos y sentir de una manera ligeramente diferente a la que antiguamente creíamos ser. Debemos empezar a sentirnos como una persona renovada con un gran plan cósmico por desarrollar, cual fue el propósito desde el principio venir a realizar desde antes del amanecer de las auroras.

Pidamos Luz y Luz se nos dará, no nos olvidemos que el Ser interno mora en lo más profundo de nuestro corazón tranquilo, necesita solo de ese empujoncito que cada uno debe dar de manera individual, para que el plan maestro se active y el Cristo íntimo, tome el control de nuestras acciones apoyado con la firme decisión resoluta de nuestra voluntad interna, para poder dar ese paso especial y definitivo.

Pero para ello es urgente dejar que la naturaleza íntima, la conciencia, la sabiduría tome el control de la naturaleza humana; solo así nace el hombre o la mujer nueva, hacernos consciente de nuestra real naturaleza divina es urgente, esto permite que el ser interior despierte y tome el control de cada una de nuestras acciones.

La cruz por tanto es el acto de acción de cada instante en nuestras vidas, cada cual carga a cuesta su cruz, unos para glorificación y exaltación, otros para suplicio y sumisión perpetúa.

Nadie más que tu, eres el propio artífice en la construcción y edificación de esa gran OBRA, el TEMPLO SAGRADO para que oficie el sagrado REDENTOR, EL CRISTO ÍNTIMO, EL CRISTO CÓSMICO, en tu corazón.
Porque el uno y el otro son en sí uno solo.
Lo que sucede es que el uno crece hasta fusionarse con el otro para ser uno solo.

sábado, 9 de abril de 2011

El trabajo con los AEONES

los AEONES, son los planos y las correspondientes pruebas que debe seguir todo iniciado, para hacerse merecedor al correspondiente galardón por el esfuerzo y su lucha, pues será el verdadero quien lo hará merecedor de dicho galardón.

Muchos buscan el camino pero pocos lo encuentran y de esos pocos algunos lo siguen, de los que los siguen uno que otro alcanza el triunfo.

Existe un sincero y evidente compromiso la GRAN OBRA, y esta se hace con el decidido TRABAJO. La gran obra es el camino que debe recorrer todo iniciado, todo iniciado debe apoderarse del látigo de la voluntad para sacar a los mercaderes del sagrado templo donde morar solo EL ESPÍRITU DIVINO nuestro REAL SER. nuestro CRISTO ÍNTIMO.

Los mercaderes, nuestros más queridos egos son los encarnizados enemigos del CRISTO, ellos detestan el camino y por ende detestan al CRISTO, ellos son los responsables de la crucifixión de nuestro REAL SER, nuestro CRISTO INTERIOR, ellos para nada quieren saber de la LUZ, ellos viven en la oscuridad, pues la oscuridad es su mundo y su reino.

La ira, la codicia, la lujuria, la gula, la envidia, todos ellos con sus múltiples manifestaciones gobiernan y mandan en el sagrado templo, solo a través del látigo de la voluntad, es posible limpiar el templo y transformar nuestro reino interior pero para que se de dicha transformación, primero debe activarse en nuestro mundo íntimo la fuerte convicción de querer transformarse, luego seguir con la AUTO- OBSERVACIÓN intima, apoyado del sentido de la COMPRENSIÓN, el cual debe activarse, para poder visualizar e identificar nuestros errores, comprender que estos errores hacen parte de nuestra naturaleza humana, pero que el propósito es ir les debilitando ¿cómo? no suministrándole alimento y poco a poco minimizar su acción, nada se logra de una vez.