Cuentan las tradiciones que cuando el hombre vino por primera vez, y experimento el mundo de las delicias, su inocencia le hizo perder el sentido de su realidad.
Bebió el manjar de los arcontes y estos ataron su inocencia y su alma a la pasión y al pecado; de esa manera fue como el hombre perdió el contacto de su naturaleza divina.
De su inocencia, esos espíritus perversos se aprovecharon y proyectaron para ellos, crear su imperio, donde a fuerza de mentira y engaño, se harían idolatrar.
Tomaron poder oculto y se enseñorearon sobre los hombres, se hicieron llamar dioses y pidieron que se les venerara, revestidos de algunos poderes ocultos, de vez en cuando ofrecen a sus súbditos ciertas facultades o ciertos dones, para de esta manera, poder influir sobre estos y aparecerse a otros como grandes seres virtuosos.
Descifrar este misterio y esa telaraña de engaño, es donde la humanidad se encuentra, pero tal es la artimaña y el telar, que la vida de los seres se va escudriñando y escudriñando sin poder entender este misterio.
Ciertamente la Biblia dice: la LUZ vino al mundo, pero el mundo no la comprendió y ni la entendió. Dice Cristo, si Yo, no hubiese venido al mundo, ningún alma, estaría apta para llegar al reino de la LUZ.
Por mi todas las cosas han sido hechas y sin Mí, ninguna de las cosas que han sido hechas fuesen hechas.
Yo soy el camino la verdad y la vida, nadie va al Padre sino por mí; quien quiera ser pos de mi tome su cruz y sigame.
Yo soy el alfa y la omega el principio y el fin.
Seguir el sendero, el camino de la verdad, seguir a CRISTO, en su esencia y en su naturaleza, es la razón para encontrarnos con lo perdido.
domingo, 28 de septiembre de 2014
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