domingo, 18 de julio de 2010

El Encuentro

Vivimos desesperados y angustiados por las necesidades del día a día, claro que es óbice las necesidades del cuerpo, pero es tan evidente el temor que nos representa el mañana, que pocas veces vivimos el presente.

Es por ello que nuestra mediación y toma de decisiones es pocas veces consultada con la rectitud. La rectitud es nuestro ser interno, es nuestra luz, es nuestra conciencia.
Acceder a él, es el sendero apropiado para encontrar el camino de la verdad y la libertad.
¿Pero que hacer? y ¿Cómo hacerlo?.

Es sencillo, todo debemos tomarlo con clama natural.
Cada decisión que nos toque tomar de manera trascendental, debemos consultarla con nuestro ser interior, pero es importante saber y entender como esa luz que es el guía y al mismo tiempo nuestro juez, actúa.

La Luz opera siempre y cuando en nosotros esté el estado de quietud y serenidad Mental, La mente es nuestro esencial perturbador, cuando aprendemos a relajarnos y a desestimar los desestabilizadores mensajes mentales; aprender a dejar pasar todos los mensajes mentales, dejarlos que lleguen y de la misma forma que se vayan, sin hacer juicios ni valoraciones, cuando pasan estos estados mentales de manera autónoma y sorprendente llega la Luz. Aflora la verdad como mensaje diafano, como el saber propio, como el conocimiento, como la sabiduría hija del padre.

Encontrarse con la verdad es urgente, vivimos en el estado de la ignorancia y del error, pocos aceptamos esta realidad.
El mundo en el cual nos movemos tiene sus propósitos y sus ritmos, uno mantenernos dormidos, ignorados de que somos y quienes somos y mantenernos de caida en caida, para evitar que nos levantemos.

¿Quienes somos? y ¿qué somos?

Somos una llama una Luz, que descendió de la eterna Llama del Padre Inconmensurable y perfecto.

Deseo compartir con ustedes realidades asombrosas.
Cuando aprendemos a obedecer y acercarnos a esa Luz, fluye algo extraordinario, maravilloso y que siempre nos acompaña, lo único es que, debemos tener los meritos suficientes para estar cerca de esa protección, que se vuelve nuestro acompañante fiel. "he aquí que yo mando mis ángeles para que no tropieces con piedra alguna"

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