Evangelio según FELIPE.
Los que heredan de los muertos están muertos ellos mismos y son herederos de quienes están muertos. Los que heredan de quien está vivo viven ellos mismos y son herederos de quien está vivo y de quienes están muertos. Los muertos no heredan de nadie, pues ¡cómo va a heredar el que está muerto? Si el muerto hereda de quien está vivo, no morirá, sino que vivirá con tanto mayor motivo.
Cristo vino para rescatar a algunos, para salvar a otros y redimir a otros. Él rescató a los foráneos y los hizo suyos. Él segregó a los suyos, pignorandolos según su voluntad.
La Luz y las tinieblas, la vida y la muerte, los de la derecha y los de la izquierda son hermanos entre sí, siendo imposible separar a unos de otros. Por ello ni los buenos son buenos, ni los malos malos, ni la vida es vida, ni la muerte muerte. Así que cada uno vendrá a disolverse en su propio origen desde el principio; pero los que están por encima del mundo son indisolubles y eternos.
Los nombres que dan a las cosas del mundo son susceptibles de un gran engaño, pues distraen la atención de lo estable y la dirigen hacia lo inestable.
Y así quien oye la palabra "DIOS" entiende no lo estable, sino lo inestable. Lo mismo ocurre con el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, la Vida, la Luz, la Resurrección, la iglesia y tantos otros; no se entienden los conceptos estables, sino los inestables, ellos tienen su fin en el eón(Tiempo).
Sólo hay un nombre que no se pronuncia en el mundo; el nombre que el Padre dio al Hijo. Es superior a todo. Se trata del nombre del Padre, pues el Hijo no llegaría a ser Padre sino hubiera apropiado el nombre del Padre.
Loa Arcontes quisieron engañar al hombre, viendo que éste tenía parentesco con los verdaderos buenos; quitaron el nombre a los que son buenos y se los dieron a los que no son buenos con el fin de engañarle a través de los nombres y vincularle a los que no son buenos. Pues ellos pretendían raptar al que es libre y hacerlo su esclavo para siempre.
Hay potencias que son otorgadas al hombre, pues no quieren que éste llegue a salvarse, pues las potencias reclaman se les haga sacrificios. El hombre, por su parte, fue ofrecido a Dios estando muerto y vivió.
Antes de la venida de Cristo no había pan en el mundo. Lo mismo que en el paraíso lugar en que moraba Adán, había aquí muchos árboles para alimentos de los animales, pero no había trigo como alimento para el hombre. Éste se nutría como los animales, pero al venir Cristo, el hombre perfecto, trajo pan del cielo para que el hombre se nutriera con alimento de hombre.
sábado, 30 de marzo de 2013
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